viernes, 8 de octubre de 2010

«Sobre el concepto de ser humano no hay una opinión unánime»




Así se manifestaba la ministra de igualdad esta semana y añadía: «El Estado debe proteger la vida del no nacido y ello debe hacerse desde el inicio de la gestación y hasta el momento del nacimiento»... (pero) «abortar no supone acabar con una vida humana porque sobre el concepto de ser humano no existe una opinión unánime, una evidencia científica, ya que por vida humana nos referimos a un concepto complejo basado en ideas o creencias filosóficas, morales, sociales y, en definitiva, sometida a opiniones o preferencias personales».

La ministra reconoce que sobre "la humanidad" del no nacido existen discrepancias profundas, luego no debería haber dicho que "abortar no supone acabar con una vida humana", debería haber dicho mejor que desde "su" concepción, la de su ideología, de lo que es vida humana abortar no es matar a una persona. Y que admite que para otras personas abortar sí es asesinar a una persona, y también debería admitir que por lo menos existen dudas en la sociedad de que cuando se aborta se está matando a un niño y no se trata de un órgano desechable más, como una apendicitis.

Curiosamente al día siguiente de las declaraciones de la ministra, Zapatero promovió la creación de "la Comisión Internacional contra la pena de muerte" en la misma Moncloa y después del acto declaraba: (la muerte de muerte) «es el último residuo de un tiempo pasado y cuando desaparezca habremos convertido a la humanidad en más digna, los seres humanos en más libres y la civilización entrará en una etapa de mucha más riqueza para el despliegue de todo el pontencial de los seres humanos». También calificaba a la pena de muerte de "espanto".

En los juicios que se hacen en países como EEUU, se tiene como prevención para aplicar la pena de muerte que no exista alguna duda razonable sobre la culpabilidad del encausado para aplicarle la máxima pena, porque si existiera una duda ya no se le puede condenar, por que se trata de una pena "irreversible", y una vez aplicada no hay forma de poder subsanarla en caso de equivocación. Y además los condenados a la pena de muerte pasan años en el "corredor de la muerte" apelando a todos los tribunales superiores posibles, que vuelven a revisar los casos cada vez.

Con el aborto se condena a muerte a cientos de miles de niños cuando existen dudas razonables de que se esté matando a personas, de que un feto no es sólo un tejido más. Cuando existe en la sociedad un debate abierto de forma permanente sobre si lo que se mata con el aborto es un ser humano o no. Y al contrario que con la pena de muerte aplicada en países como EEUU, no se tiene en cuenta esta duda "razonable" para aplicar una pena de muerte al no-nacido, que es irreversible. Tampoco se puede apelar para que se estudie detenidamente cada una de las condenas a muerte aplicada a cada uno de los niños no-nacidos.

Justificar un día el aborto y al día siguiente luchar contra la pena de muerte parece una gran hipocresía.

Pero desgraciadamente la ministra tiene algo de razón al decir que «sobre el concepto de ser humano no existe una opinión unánime». porque nuestro Tribunal Constitucional dictaminó que matar a los niños no-nacidos por causa de ser minusválidos o ser causa de una violación, cabe dentro de nuestra constitución. Luego ya estábamos admitiendo que en nuestra ley suprema cabe un concepto del ser humano opinable, estábamos admitiendo que un niño no-nacido con alguna malformación es un ser distinto al ser humano con alguna malformación ya nacido, porque a éste a diferencia del aún no-nacido NO se le puede matar.

Cuando hemos estado aceptando y/o tolerando la ley anterior, incluso cuando se hacía con reparos, estábamos sembrando la semilla de la ambigüedad sobre quien es un ser humano y qué no lo es. Y de aquellos polvos, estos lodos.