martes, 29 de abril de 2008

NACE LA LIGA ANTI-DIFAMACIÓN CATÓLICA
http://www.cadl.it/

¿Por qué los ataques contra el catolicismo no reciben tanta atención ni suscitan las mismas reacciones públicas que los que se perpetran contra otras religiones o colectivos?

Es la pregunta sobre la que se cimienta la iniciativa de un grupo de intelectuales católicos que están a punto de dar vida en Italia a la «Catholic Anti-Defamation League» (CADL) la primera asociación que busca coordinar una estrategia común para defenderse de los ataques externos.

La asociación, que ha despertado simpatías en el Vaticano pero que actuará de modo independiente y autónomo, asegura en sus estatutos que «las agresiones contra el cristianismo, la Iglesia y los católicos en general se están diversificando y especializando: se va de la blasfemia a la violencia verbal, del vilipendio contra el Sumo Pontífice a la sátira irreverente, de la provocación del sentir religioso a la falsedad histórica».

Partiendo de esta convicción, tratarán de articular una serie de iniciativas que van desde el boicot de productos publicitados con anuncios blasfemos hasta la promoción de acciones legales contra quienes ofenden la sensibilidad de los católicos. «Queremos combatir un proceso que está intentando cancelar la religión de un modo artificial, pintándola como una enfermedad social. Hay demasiadas agresiones contra los católicos, precisamente en estos tiempos en los que todo el mundo pide respeto para su religión o su colectivo», explica el presidente Pietro Siffi.

Respeto a otras religiones

«Muchos han observado que si una mínima parte de las ofensas contra Jesucristo y su Iglesia se dirigiesen contra otras religiones, esto provocaría protestas de todo tipo, denuncias y llamadas al respeto. No se puede negar que los fieles de otras religiones saben hacerse oír con mayor convicción de la que los católicos han mostrado ahora», argumenta el texto fundacional. Según explica Siffi, no se tratará sólo de denunciar los ataques contra la sensibilidad católica, sino también de exigir a los medios de comunicación un mayor rigor con las noticias que hacen referencia a la Iglesia.

«La difamación también consiste en la difusión de informaciones inexactas o en la publicación de hechos históricos falsos o fantasiosos que afectan a la Iglesia de manera no veraz, tendenciosa o con datos erróneos», añade. Pero no sólo: entre los actos difamatorios la entidad incluye «los juicios ofensivos contra la institución eclesiástica, su Jefe y sus ministros», la «alimentación de hostilidades o desprecio a los católicos presentándolos como fanáticos, integristas, retrógrados o de cualquier modo inferiores», así como «la denigración de los católicos por su fe, su culto o su moral».

La actividad de la asociación se desarrollará igualmente en otros planos. Por ejemplo, en el ámbito «cultural, histórico y científico» intentará responder a las «tesis consideradas erróneas o tendenciosas, promoviendo estudios y otras contribuciones destinadas a difundir la Historia de la Iglesia». Mientras que en el ámbito «social y político» buscarán «sensibilizar a la opinión pública, a las asociaciones católicas e instituciones, solicitando también la emanación de leyes y normas que sirvan para hacer respetar la Iglesia Católica y sus miembros».

La maquinaria está ya engrasada y a punto: «Pongamos por caso que detectamos una publicidad de contenidos blasfemos, en la que se ridiculiza la figura de la Virgen. Primero la ponemos en manos de las autoridades a través de nuestros abogados, ya que al menos en Italia el vilipendio a la religión es afortunadamente un delito.

Después nos constituimos como parte civil. Posteriormente sensibilizamos a los medios de comunicación, nos dirigimos a internet, mandamos comunicados y protestamos para obtener apoyos, también a nivel político. Como última medida, promovemos entre los católicos el boicot de la marca anunciada con una blasfemia», asegura Siffi.

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